Andrea Julieth Sosa Rodríguez
10°B
Recuerdo aquellos días, donde no valoraba las simples cosas de la vida, la monotonía se
apoderaba de mi ser. Al amanecer, debía prepararme para ir a la escuela, re memorizar lo
necesario para mis evaluaciones y conformarme con las personas que me iban a rodear en
el aula. No obstante, esa cotidianidad no era lo único que representaba mi viveza, también
tenía sueños. Todo lo anterior se convirtió en vano, y no solo por la pandemia, sino por el
simbolismo que mostraba, lo vacío que se sentía dichas codicias, en comparación a lo
imperante que debía tener como prioridad. Sé que sueno alegre por esta tragedia, pero...yo
sentí esa ansiedad que todo volviera a ser mejor que antes, aclaro, no como antes, porque
supongo que la mayoría de los que están presentes, anhelaban eso.
Aquel 16, empezó todo este drama inesperado y yo simplemente, tenía mente vaga de decir
que no pasaría a mayores, pero fue como si invocara esos 365 días y más a nuestra
desdicha, yo seguía ignorante, y perdida en mi ser, hasta que me di cuenta que algo dentro
de mí no estaba bien, quizá por la rutina de antes, lo oculto que estaban mis problemas, lo
humillada que estaba, es ahí cuando me pregunté, como no es posible evaluar mi persona
encerrada en estas cuatro paredes, encerrada sin más que mi tesoro, mi familia, como no es
posible que la sencillez de las cosas sean las más aclamadas.... que bien se siente liberarme
de todo lo aparentemente importante.