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ASUNTOS DE ADULTOS

Por: Valentina Bermúdez 6°B


A temprana edad, percibí cómo la vida reservaba algunas cosas, unas para los niños y otras para los adultos. Por ejemplo, yo podía ver a Harry, mi amigo imaginario, en cambio, mi papá hacia cuentas y se preocupaba de cómo iba a pagar el arriendo de la casa. Algunas cosas no las entendía y cuando iba a preguntar su significado no me respondían o me ignoraban.

—¡Papá! Ayer hablé con Harry y me dijo que él era como un hermano para mí, pensando en eso ¿podemos tener un hermano? — pregunte entusiasmada.

—¿Qué demonios? Nina ya es hora de acostarte, pásame un cigarrillo y una cerveza, te vas a dormir ¡ya! — dijo mi padre. Tenía problemas con el alcohol, yo sabía que eso estaba mal, pero qué podía hacer, era mi padre.

Los días siguientes insistí con la idea de tener un hermano, pero me respondió que eran asuntos de adultos, que después lo entendería. Me hartaba esa respuesta, siempre que preguntaba algo respondía eso. En la escuela descubrí otros temas que no sabía.

—Hoy es el día de las madres, ¡vamos a hacer una tarjeta! — ordenó la maestra a primera hora del día.

Hace mucho no veía a mi madre, ella iba a la casa de mi padre, me traía un chocolate cada dos meses y pedíamos pizza. Nunca fui a su casa. No hice nada en la escuela, no le podía entregar la tarjeta a mi mamá ese mismo día. Cuando llegue a mi casa le pregunté a mi padre por qué no vivía con mi madre. La respuesta fue la misma, “son asuntos de adultos, lo entenderás cuando crezcas”.

Cuando pregunté por qué al abuelo Nick se le veía más débil y se le caía el cabello, la esperada respuesta fue “son asuntos de adultos”. Cuando vi a mi mamá en mi colegio, al lado de un niño que ella nombraba como su hijo y besando a otro señor que no era mi padre me dijeron “son asuntos de adultos”. Cuando me dieron mi primer celular y quería agregar a mi mamá a mis contactos y de foto de perfil estaba ella con vestido de novia y con el mismo señor que antes besaba en el colegio, “son asuntos de adultos”. Cuando escuche la conversación sobre algo del aborto y por qué deberían realizárselo a mi prima fue lo mismo “son asuntos de adultos”. Cuando vendieron todos mis juguetes, la explicación fue “son cosas de adultos”. Cuando mi padre empezó a toser demasiado y le pregunté que le pasaba, “son asuntos de adultos”. Pronto el abuelo Nick murió y todos mis tíos que nunca se habían preocupado por él se reunieron muy interesados en una conversación importante, cuando pregunte de que hablaban, “son asuntos de adultos”

Ahora entiendo esos “asuntos de adultos”, ya sé sobre el cáncer que tenía el abuelo Nick y su tratamiento. Ya sé sobre la familia que tenía mi madre y siempre me ocultó. Ya sé sobre cómo violaron sexualmente a mi prima quedando ella embarazada y el peligro que corría si se realizaba el parto. Ya sé sobre los problemas económicos de mi padre y las dificultades para tener un hogar. Ya sé sobre la enfermedad que tiene mi padre en los pulmones debido al cigarrillo. Ya sé sobre el interés que tenían mis tíos en el dinero y la herencia de mi abuelo.

Algunas veces, se nos ocultan algunas cosas. En la escuela siempre nos dicen que seamos honestos, pero ¿por qué a los adultos les dejan hacer excepciones? No lo sé, son asuntos de adultos.


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