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¿Crueldad para los crueles?

Por : Natalia Rojas y Nicolás Daza 11C


“Ojo por ojo y diente por diente”, es el dilema moral que ha estado incrustado en la sociedad, ha jugado un rol fundamental en la historia y en la época moderna permanece como un debate intensificado. El aumento de la violencia, las desigualdades, injusticias sociales e incapacidad del estado para actuar han sido los principales factores que fomentan esta temática y aumentan su frecuencia en las charlas tradicionales entre jóvenes y adultos. En consecuencia, se producen las marchas y/o movimientos que se dan con cierta regularidad en las últimas décadas, a través del globo. Siguiendo esta línea, consideramos que, para que se constituya un equilibrio en el mundo y podamos superar las barreras, es necesario e imprescindible establecer una regla o ley que aplique a aquellos individuos sádicos e inhumanos, a nivel físico o psicológico, un daño y detrimento mayor, igual o similar al que ellos mismos causaron a otros, siempre y cuando estos mismos no tengan argumentos o razones totalmente válidas.


Entramos en conflicto con el derecho universal a la vida, y el contrargumento principal a decretos como la pena de muerte o la cadena perpetua. No obstante, a pesar de tener un valor muy alto entre los articulos de la constitución, es infringido de manera constante en nuestra vida cotidiana, a nivel mundial; según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), en 2017, por cada 100.000 habitantes, hay una tasa de homicidios intencionales de 6,1; conllevando a que el número de muertes causadas a nivel global, sea mucho mayor a las muertes por conflictos armados y terrorismo acumulados: “464.000 víctimas de homicidio, 89.000 de conflictos armados y 26.000 de actos terroristas en 2017”, lo que no solo deja la duda de si el derecho individual es más importante a los derechos colectivos; por lo que observamos, en el siglo XXI parece ser así, ya que si tu cometes un crimen mayor no se te podrá juzgar con la misma manera como tu lo hiciste.


Ahora bien, enfocándonos en Colombia, según un estudio realizado por la revista semana, la tasa de homicidios más alto que se ha presentado fue en 1992, cuando el país no solo se encontraba en una de las mayores crisis económicas sino también en la época del narcoterrorismo, donde recordemos, “El Patrón” o más conocido como Pablo Escobar se sentenció a una cárcel de máxima seguridad, “La Catedral”, donde no solo seguía operando su red de drogas sino también , realizó múltiples asesinatos directa e indirectamente; pero ¿Y qué le pasó a él o a su grupo de sicarios? La mayoría de ellos viven ya sea en países libres de extradición o en costas lejanas de la mano de la ley; por lo que, ¿Qué pasó con el supuesto derecho a la vida y proteger a los ciudadanos? Como muy bien se sabe, Colombia es un estado social de derecho pero, ¿se cumplió? No, entonces, ¿Por qué no se evidencia el interés general sobre el individual?, simplemente por la razón de seguir protegiendo el derecho a la vida de los asesinos, porque los inocentes ya están muertos y un muerto no se puede proteger.



Por otro lado, influye el factor político; de acuerdo a Max Webber “El Estado es la única fuente del “derecho” a la violencia.” A partir de esto, se infiere que la única autoridad con el poder legítimo para ejercer la violencia y todas sus derivadas es el mismo estado. Esto debido a que este, al mismo tiempo que promueve la paz, está dispuesta a utilizar la violencia y la agresión cómo métodos de resolución ante situaciones adversas que requieren una aplicación de otras áreas prácticas. Es importante valorar lo afirmado por Webber ya que, es necesaria la aplicación de la violencia en el contexto actual en el que nos encontramos, de igual modo, permite que se establezca una justicia definitiva, sin tanto papeleo ni documentación que demora procesos y solo conduce a la liberación anticipada de los investigados. Sin embargo, esta aplicación de la violencia solo debe ser llevada a cabo por el Estado, el cual, gracias a la rama judicial, tiene el poder de decidir y tomar acción frente a cada persona que se enfrente a esta ley. De esta manera se garantiza un juicio que está liderado y fundamentado por la constitución y el gobierno. Además de que, en caso de que se le otorgue ese mismo poder a la población, se puede desatar una guerra civil con consecuencias devastadoras, tanto a nivel nacional como internacional; por esta razón SI se debe aplicar la violencia, pero esta debe estar administrada y controlada en su totalidad por el Estado.


Adicionalmente, se han presentado una amplia variedad de casos que son clara evidencia acerca de las demoras e ineficiencia del sistema judicial frente a personas, ya sea cuando se trata de un ladrón de poca monta o de un criminal, narcotraficante o terrorista internacional. Un ejemplo muy reciente de esto es el exparamilitar Hernán Giraldo, criminal internacional buscado por el gobierno Colombiano hace años y con circular roja de la Interpol. Aunque en un principio pagó algunos de sus crímenes en Estados Unidos, actualmente se encuentra en Colombia y, cito textualmente por parte de un artículo del tiempo: “es incierto su futuro judicial en Colombia” junto con un hecho sin precedentes que consiste en que este despiadado narcotraficante “no pagaría los 40 años de pena que tendría, como mínimo, si su caso hubiera sido juzgado en la justicia ordinaria”. Esto significa que, a pesar de haber cometido actos inauditos, atentando contra toda dignidad humana presente y violando una gran cantidad de derechos en teoría fundamentales, no tendrá un castigo acorde a estos hechos tan degradadores y perversos que llevó a cabo en la mayoría de su vida. Aunque estuvo encerrado en una prisión de Estados Unidos, eso no es nada comparado con el daño físico, emocional y material que padecieron todas las familias de sus víctimas. Asimismo, podemos incluir a Santrich, guerrillero de amplia reputación en las filas de las FARC que también le han sido atribuidos un número importante de atentados y ataques en Colombia que han afectado de manera directa a varios colombianos inocentes. Han pasado totalmente desapercibidos los magnicidios que llevó a cabo, que ordenó o dirigió en su tiempo de mayor auge, donde estuvo más activo. Actualmente está en libertad sin haber pagado siquiera un mes de cárcel, supuestamente en Venezuela, acompañado por otros colegas de él, mientras conforman e impulsan un movimiento revolucionario, que va en contra de lo estipulado por el proceso de paz.


En un contexto mundial, lo ubicamos en el Iraq y Siria, donde desde tiempos inmemorables hemos visto como el grupo terrorista al Qaeda y Estado Islámico, imponen su religión como ley, y los muertos como muestra de progreso, ya que “… Pronto, con el permiso de Allah, llegará el día en que el musulmán caminará por todas partes como maestro, teniendo honor, siendo venerado, con la cabeza en alto y su dignidad preservada. Cualquiera que se atreva a ofenderlo será disciplinado...” (Abu Bakr al-Baghdadi,2012), donde según el ex-califa todo aquel que no esté de acuerdo con esta ideología no debe permanecer más en este mundo, pero así avanza su sociedad; sin embargo, en 2019 las unidades de Operaciones Especiales de EE. UU usaron el “ojo por ojo, diente por diente” y luego todos los muertos gracias a él, murieron con el, dejandonos un claro ejemplo de como, si se trata de la misma manera a alguien que trata así, se logra un avance significativo; hoy en día el grupo terrorista se encuentra inactivo.


Finalmente, se puede decir que no solo en Colombia, sino en la mayoría del mundo siempre se evidencian casos de delito mayor en los que no solo, no se juzgan de manera correcta a los delincuentes, sino también quedan en libertad los mismos, poniendo en juicio de tela si en verdad la ley es universal y las cartas magnas alrededor del mundo se deben cumplir y/o hay que hacer una reformas de las mismas donde se implante justicia para todos aquellos que ya no están dejando la ignorancia humana atrás y abriendo la caja de pandora de lo que podría pasar, porque, algo que tenemos asegurado, es que nunca se puede estar peor de lo que ya se está. Así mismo, debemos reflexionar si la vida de una persona equivale a la vida de cientos, ya que al hacer frente a una, se pueden salvar y saciar vidas, que pueden darnos una pieza más en el rompecabezas de una utopía que hemos estado en busca .

¿Se puede ser más cruel, de lo que un asesino ya lo fue?

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

Justicia (25 de Enero del 2021)


Weber, Max; La política como vocación (n.a)

Alianza Editorial 2009, trad. Francisco Rubio Llorente; pp. 83-84.


Merino A. (2019) Homicidios en el mundo



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