Alejandro Rubiano Pallares
6°A
Pasaron varios meses para que los bogotanos visitaran nuevamente los diferentes senderos
para ir a caminar los fines de semana y salir del encierro en el que estuvimos durante más
de 7 meses.
Fui testigo de cómo los indígenas de Cota, quienes son dueños del Cerro del Majuy, no
dejaron entrar a su territorio sagrado a quienes antes ingresaban sin ningún permiso. La
razón; porque los cerros se están recuperando y han vuelto a encontrar especies que creían
estaban extintas. El que los visitantes no se hicieran presentes durante los meses de
aislamiento, hizo que el cerro se recuperara por sí solo.
Antes, la gente subía, fumaban, consumían droga, acampaban, encendían fogatas, saltaban
los árboles, arrancaban plantas, ahuyentaban a los animales, vandalizaban las pinturas
rupestres, ponían música que molestaba a los indígenas y en general no tenían ningún
control.
Fui muy temprano y luego de escuchar la triste historia de un directivo de la comunidad
indígena, me permitió subir al lugar con la condición de hacerlo en silencio y respetando la
fauna y flora. Ya arriba el paisaje era más hermoso que cuando fui antes de la
cuarentena, más limpio y verde. Arriba un funcionario de la CAR nos pidió que no nos
demoramos en bajar porque se estaba llevando a cabo un estudio sobre las especies que se
se han recuperado de los cerros y no quieren que haya contacto con los humanos. Además, nos dijo que esta buena noticia sucede en todos los cerros de la sabana de Bogotá.
Lamentablemente va a ser difícil que vuelvan a dejar subir a las personas a disfrutar del
paisaje y los senderos.