“La horrible noche”
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- 24 sept 2020
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Por: Ángel Quiroga
La sangre de nuestra alma se derramó:
Avanza con la silenciosa muerte,
Consume el maíz del monte
y el oro de la sierra,
Nuestra sangre al jaguar ha bañado,
Al mismo infierno nuestra sangre ha besado
¡El cielo nos ha abandonado!
Solo te queda un rosario pisado por las sedientas bestias de la noche,
De la noche fúnebre,
Donde el buitre en las calles canta,
De la noche fúnebre,
Donde los titánicos cóndores sostienen la noche,
Donde la sostienen para que no se caiga,
De la noche fúnebre,
Donde el cóndor le canta al triste fin
Al triste fin de la larga noche:
Al fin de los durmientes,
Al fin de las blancas palomas,
Del blanco cielo,
De la blanca selva,
Del blanco río,
De la blanca ciudad,
Del blanco olvidado monte,
¡Del blanco mundo
que en la oscura noche
ha sido manchado de rojo!
¡Del blanco mundo
que cuando cae la azabache noche
Son asesinados sus durmientes,
los durmientes que aman al día y al paraíso!
Fúnebre noche del mundo blanco
En ti solo despiertan los de la carroña:
Los cuervos negros,
Las águilas negras,
Los buitres negros,
¡El supremo cóndor nocturno y fatal!
Solo te queda un rosario maltrecho y hermoso.
Un rosario con cienmil nombres,
Que cuelga en más de cienmil cuellos,
Todos los años.
¡Rosario de infinitos cuellos!
Triste, trágico
Hermoso y salvador
Cuelgas en todos los cuellos,
Pero no en el de la carroña,
No en el del rey imaginario,
Poderoso,
Sangriento;
No hay rosario en el cuerpo del rey,
Solo hay una corona pegada a su cráneo,
Es el cóndor,
El cóndor de la horrible noche,
El titánico que sostiene al olvido,
El que tapa al sol con sus carroñeras alas,
El fúnebre emperador del horror,
El anónimo pero bramante rey de la noche.


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