La sociedad de máquinas, una falla educativa
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- 14 ago 2020
- 5 Min. de lectura
Por: María Paula Manrique García
La base de cualquier aspecto en la sociedad radica en la educación, pues es a partir de esta que el ser humano desarrolla sus conocimientos y los aporta en un mundo social, creando así lo que conocemos como nuestro entorno. El ser humano es una especie que por naturaleza tiende a la evolución, y por lógica se espera que su entorno sufra de una transformación acorde a sus procesos; lo que, por supuesto, se puede evidenciar en una evolución de las tecnologías que utiliza, como la televisión, el automóvil y, las fuentes de energía. Sin embargo, existe un aspecto puntual que, a pesar de ser crucial para la formación del hombre, no se ha adaptado a su cambio a través de las décadas; hablar de los procesos académicos de hoy en día es referirse al mismo sistema de hace más de cien años. Es decir, una educación en apenas sus inicios de desarrollo, en la que se preparaba a la población a fortalecer competencias que afrontarían y fueran acordes con la realidad del momento, estamos hablando de una sociedad del siglo XVIII en la que el entorno estaba repleto de guerra y violencia, ahora bien, los estudiantes eran direccionados a ser obedientes, a ser soldados. Con el paso del tiempo surgieron otros modelos preponderantes en la sociedad, la necesidad de una economía competente, en donde el mercado es determinante; la educación se empezó a tomar como negocio y tomando esa misma línea efectiva de obediencia que había creado la sociedad con anterioridad, se empezaron a formar niños y adolescentes como si fueran máquinas. Ahí es donde surge el cuestionamiento: ¿Estamos formando seres humanos o máquinas obedientes?
La educación se basa en seguir estrictamente un currículo como si fuera un manual de instrucciones, es ahí donde el proceso de aprendizaje se convierte en un sistema mecanizado que se centra en cumplir un objetivo en específico, al que solamente se puede llegar por medio del mismo camino, lo que supone que el proceso no se centra en el estudiante sino en el currículo que se usa para insertar el conocimiento como si fuera un chip, pues “cuando predomina el interés técnico, la evaluación supone valorar la eficacia del currículum en relación con la medida en que el producto <<se ajusta>> al eidos orientador” (Stenhouse, 1975, p.121). Como bien señala Silver (2016) este currículo es un mero instrumento cuyo centro son los resultados de aprendizaje esperados en los estudiantes, y en donde el maestro es un técnico que lo pone a funcionar para conseguir los objetivos fijados, por lo que su papel es esencialmente mecanicista, además de que la mitad de los conocimientos que allí se encuentran no son esenciales en el desarrollo de la vida a futuro, y otras que no son de interés, se terminan olvidando. Esa es la base de un problema fundamental que existe en este sistema, pues genera métodos de enseñanza iguales para personas que son lógicamente diferentes, es por ello que muchos niños que se salen de ese camino estigmatizado, terminan siendo excluidos, bajo el engaño de que no están estudiando lo suficiente, que poseen una falla en su proceso, o simplemente que tienen una condición que les impide seguir con un proceso “normal”, este es el caso de niños que tienen TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad); estos niños son medicados, excluidos y hasta se cree que tiene algún tipo de retraso; simplemente porque arremeten con las formas de enseñanza tradicionales, más específicamente, no dejan que los profesores sigan con sus clases al preguntar demasiado o al crear todo un mundo diferente dentro de su imaginación; esa es la razón por la cual estos niños son medicados, no para ayudarlos en su proceso de aprendizaje, sino para que no sean una molestia para otros. Es algo utilizado desde hace muchos años en el que era y seguirá siendo “la mejor manera de deshacerse del problema académico de los niños hiperactivos, de los niños preguntones, y de los niños inquietos. Hoy esto está en una revaluación muy importante, porque vemos nosotros que el niño curioso es el que realmente llega lejos” (Klaric, 2017) Esto se complementa con lo planteado por el psicólogo Álvaro Bilbao “ estamos diagnosticando y medicando a cientos de miles de niños por todo el país, simplemente porque el sistema educativo no es capaz de ajustarse a la diversidad en el aprendizaje, y eso es algo que como sociedad, estoy seguro, que nos vamos a recriminar dentro de 30, 40, 50 años” (Klaric, 2017)
Otro punto a tratar es el hecho en que la educación se ha quedado obsoleta en cuanto a lo que el mundo social actual requiere; pues, hoy en día se buscan personas con capacidades de liderazgo, que conecten con otras personas y tengan actitud; sin embargo se están formando personas centradas en las competencias duras ( conocimiento académico) que en las blandas ( relacionadas con la naturaleza del ser humano), en otras palabras no se abre un espacio para que el estudiante desarrolle sus emociones y pensamientos, ni para que los pueda transmitir a los otros para crear vínculos. Por el contrario, se crea una competencia entre estudiantes, pues con el sistema de calificaciones se le asigna un valor al estudiante, el cual está dictaminado bajo un mismo rango, aun sabiendo que estos no poseen las mismas habilidades; se crea el estigma del estudiante excelente, promedio y malo. Este sistema lleva a que los estudiantes piensen que una calificación los define, que el tener malos resultados en el colegio los va a llevar a vivir una mala vida, los mete en una competencia en la que tienen que ser mejores que otros para sobrevivir, lo cual es todo lo contrario a crear relaciones interpersonales, además crea una enseñanza de odio constante y de imposición de ideas que en un futuro se convierten en guerras y conflictos; no podemos esperar que en el mundo exista la tolerancia si desde niños nos han inculcado la competencia por ver quién es mejor, en vez de: qué podemos construir juntos.
Para concluir, la educación es la base de nuestra sociedad, pues nosotros nos comportamos según lo que nos enseñan, y el que la gran parte de nuestra infancia y juventud se centre en conocimientos mecánicos y no en las emociones, es el culpable de que hoy en día existan tantas injusticias sociales, pues se habla de un sistema educativo que no se ha adaptado a la sociedad, uno que se queda en lo tradicional y lo hace obsoleto. Es una educación en la que se prepara a los niños para afrontar una sociedad dura, pero no a construir una sociedad mejor; se les enseña a lidiar con las intolerancias, no a acabarlas. Es un sistema en el que no hay lugar para pensamientos divergentes, no existe el niño que quiera ser femenino ni la niña que quiera ser masculina; no existen los homosexuales, ni los queers, no existe el género fluido o no binario, no existe la libertad de expresión. Solo existen las matemáticas.
Referencias
Stenhouse, L. (1975). An introduction to curriculum research and development. Portsmouth: Heinemann Publishing.
Fonseca, L. M. S. (2016). La evaluación y su incidencia en la deserción escolar:¿ Falla de un sistema, de las instituciones educativas, del docente o del estudiante?. Educación y humanismo, 18(31), 313-325.
Cornejo Chávez, R. (2006). El experimento educativo chileno 20 años después: una mirada crítica a los logros y falencias del sistema escolar.
Klaric, J. (2017) Un crimen llamado educación - Documental completo dirigido por Jürgen Klaric Min: 40:51 y 46:25. Tomado de: https://www.youtube.com/watch?v=7fER X0OXAIY


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