Lo que ganamos y lo que perdimos
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- 16 jul 2020
- 3 Min. de lectura
Por: Santiago Guzmán
Me es imposible callar lo que la promoción 2020 está sintiendo en el momento, recuerdo muy bien ese último pre-ICFES al que asistimos, me trae particulares memorias ese sábado 14 de marzo, en especial porque absolutamente nadie sabía lo que se vendría en los próximos meses.
Es una lástima que hayamos perdido nuestro último año en el colegio, tal vez los únicos recuerdos, o si acaso los más frescos que tendremos en el Anglo, me duele saber que perdimos la semana más esperada desde que entramos al bachillerato, una semana en donde por fin nos sentiríamos libres de toda atadura y donde conoceríamos cantidad de personas y lugares que de una u otra manera marcarían nuestra vida, eso significaba Cancún. Ahora mírennos, en una situación totalmente opuesta, con la mayor cantidad de restricciones que hemos tenido, no solo la excursión pesa, también está el momento a consideración propia, más bonito en las instalaciones, el día del profesor. Lo que añoramos es la coreografía, la ansiedad de ir a bailar, el estrés de que las cosas salieran como teníamos planeado o tal vez solo verles la cara de felicidad al recorrer el trecho más importante de nuestra vida. Les pedimos unas disculpas a los profesores de 11º si no participamos como siempre, si ya no hacemos las mismas gracias o si sencillamente no activamos nuestras cámaras, no es lo mismo y nos sentimos desdichados con nuestra suerte.
Ahora, no son solo los eventos importantes los que nos hacen sentir de esta manera, también son los pequeños que marcan y hacen que lo cotidiano ya no sea tan usual; las clases de miss Jenny a toda máquina, oliendo café nacional y explorando la portada de un libro semana a semana, Pollo confiando siempre de nuestra parte más pura e inocente, Daza explicando temas por minuto y haciendo su risa característica, Yesica orando porque alimentemos nuestra mente de análisis y conocimiento, Luz con su particular forma de querer, Carito introduciéndonos a la parte dura de la vida y de la química , Lili recargándonos de energía con su actitud motivadora, Luis con la parsimoniosa charla que explotaba nuestras mentes y por supuesto Andrea, que nos llenaba de alegría cada frío lunes en la mañana. Seguramente se me pasen muchas personas que llenan el mismo espacio en nuestro corazón, pero entenderán que necesito avanzar en la idea.
Me cuesta decir que la cuarentena nos ha aportado, pero es sencillamente cierto, de una u otra manera nos ha otorgado el tiempo para descubrir nuestro núcleo y encontrarnos a nosotros mismos. Tantas horas callados hacen que la cabeza retumbe en pensamientos, en replanteamientos propios y en reflexiones pertinentes. Si aún no lo han hecho, los invito a que se arriesguen a saber qué los motiva, con quienes cuentan, cuáles son sus objetivos y cómo los van a lograr, de seguro creerán que es una pérdida de tiempo, cosa característica de mi generación, pero si lo logran al menos se van a ocupar en los momentos “libres”. Es que inevitablemente estamos en el ahora y el reloj sigue contando, el tiempo poco a poco se acaba y ni enterados estamos. Hagan lo que aman, sigan bailando, cantando, escribiendo, dibujando, investigando, pero por favor no paren o mejor aún, por favor inicien.
Parece que esto fuera una carta de desamor y posiblemente así lo quise, pero creo que mi función aquí es dejarle un par de mensajes a las siguientes generaciones. Quisiera empezar diciéndoles que no dejen las cosas para mañana, eviten el “ya veremos qué pasa”, solo háganlo con determinación, abracen a sus amigos, díganles cuánto los aprecian, aunque suene un poco cliché, al otro lado de la pantalla seguramente lo están esperando, personalmente me arrepiento de no haber hecho esto mismo con los que se lo merecían; no aguanten a mostrarse tal y como son, no escondan sus defectos, emprendan y arriésguense al qué dirán. Por otro lado, aprovechen el tiempo que la pandemia les regaló, es un obsequio envidiable, del que no todo mundo gozó. Si es por mí les diría que agarren un libro, es la mejor opción, la más sencilla y la más fructuosa, pero no puedo decidir por ustedes así que lo dejo como un consejo. Espero de todo corazón que me puedan leer en una próxima edición y que la salud esté del lado de su familia.


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