Nuevo mundo, nueva guerra
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- 28 ago 2020
- 3 Min. de lectura
Por: Miguel Ángel Sánchez Novoa La historia de la humanidad puede definirse como la sucesión infinita de guerras en diversos lugares, contextos y situaciones, en este momento, nos estamos enfrentando a la posibilidad de una guerra final, que puede significar desde el fin de las libertades, hasta la evolución de la raza humana a un sistema más amable con la humanidad como un colectivo.
La pandemia ha sido el punto de quiebre del velo tendido sobre los ojos de occidente tras el fin de la guerra fría, el sistema que conservadores como Reagan o Thatcher implementaron previamente a la caída de la Unión Soviética ha tenido su segunda recaída en menos de veinte años, y, al igual que hermanas siamesas, si la economía sufre fallas, es porque el sistema político ligada a esta tiene una falla estructural; los gobiernos representativos y el neoliberalismo, nuestra supuesta salvación de la tragedia del comunismo autoritario y el extremismo ha sido el otro extremo de la cuerda; puesto que parece ser que el peso de la corona se rompería en una situación central.
De todos modos, es necesario analizar, ¿Cuál fue la situación del mundo tras la implementación de una democracia representativa global, el neoliberalismo y la globalización? ¿Funcionaron?; Empecemos por la crisis política global. Si revisáramos cualquier medio de comunicación fiable hoy en día hace unos meses nos encontraríamos con titulares que hacen referencia a la crisis venezolana, el mordaz Capitalismo de Estado chino y las políticas represivas norcoreanas, mientras que ahora nos encontramos la polarización política, segregación racial, fallas económicas, penurias en derechos humanos y un colapso generalizado en todos los sistemas de sanidad pública de las grandes potencias mundiales, los mayores impulsores de la democracia representativa ahora se encuentran en una crisis sin precedentes, a la que arrastraron a todo país que fue sacado de la fantasía unipolar en que se vivía en los países del telón de acero en la era comunista, el paso agresivo de un sistema a otro terminó por destruir países enteros como Moldavia, Albania o Afganistán, entre otros, y con la caída de estos estados que suelen quedar en la oscuridad generaron una crisis histórica sin precedentes, de todos modos, los pocos países que siguen atrapados en el modelo socialista no parecen tener un gran éxito frente a la pandemia o a la nueva vida económica en general, Estados como Venezuela o Guinea Ecuatorial nos muestran que el socialismo también falló, así que es menester desplazarnos hacia los países que mejor han afrontado la crisis, ¿por qué razón, si Nueva Zelanda y los Estados Unidos son democracias neoliberales, tuvieron desempeños tan distintos?, Quizá la solución a esta interrogante la encontremos en la falta de burocracia, el respeto por las instituciones y la verdadera democracia, no representativa sino participativa que hallamos en países como la ya mencionada Nueva Zelanda, los países nórdicos, o Canadá por nombrar algunos; retomando un poco al principio hablo de la nueva guerra, la cual no es la extensión indeterminada de la Guerra Fría, mas la guerra por la vida, la transición de Estados con una pseudodemocracia gobernada por empresarios sin sentido de pertenencia social o ambiental, la guerra que no podemos librar con armas, pues destruiríamos el mundo mismo, sino con argumentos que nos lleven al siguiente modelo de la evolución política humana; la soberanía alimentaria aplicada a la democracia participativa.
Teniendo en cuenta lo anterior, es fundamental analizar los datos, el neoliberalismo nos falló, el comunismo también, la democracia representativa abandonó al pueblo a su suerte hasta las próximas elecciones y la polarización está en su punto más álgido, por lo que nosotros somos los encargados de destrabar el debate político, tomemos como referencia lo que sirve, no los modelos ideales retrógradas que nos atan a un romántico pasado que nos trajo a esta pesadilla presente.


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