Peso de una pluma
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- 29 abr 2021
- 3 Min. de lectura
Por: Ana Zawadzky 10°E
Acá reside la hipocresía de los que aman,
al menos de los que dicen hacerlo.
Dicen Comprenderlo,
sin embargo, solo entienden que tiene 4 letras
y retuercen su significado.
Dicen saber amar,
cuando en vez de cuidar en su esencia,
retienen.
Encarcelan a aquellas 4 letras
dentro de miles de barreras.
Generan tantas,
que ni ellos mismos son capaces
de entre los espacios ver
el verdadero significado.
Dicen entender la emoción de amar,
pero manipulan sin más.
Sus pesos ponen,
en los hombros de alguien
que a entender sí ha llegado
que el amor no es solo una palabra más dentro de una oración.
Dicen saber amar,
pero juzgan al que lo hace.
Se señala al que ama,
otorgándole prejuicios, etiquetas y miedos.
Le inculcan el miedo a sentir:
es solo un reflejo de su propio temor.
Su reflejo del dolor en odio,
no es más que la prueba de carencia en el corazón.
Se supone que aman,
pero no ven a la vida,
no escuchan sus lágrimas
y no sienten su risa.
No huelen su dolor,
ni su sufrimiento.
Ahogada está la vida
en el mar de la insensibilidad.
En el lago de la hipocresía
y en charcos de mentiras.
La vida grita libertad,
mas ésta no está:
está en el más allá,
y la vida se desespera de no poderla alcanzar.
Las dos tan hermosas y brillantes.
Más una olvidada se encuentra,
le prohibieron estar cerca de la vida.
Ya que al tocarse estas dos
generan una explosión de color,
la otra, está desperdiciada,
siendo completamente explotada
por la muerte presente en el mundo.
No, no la muerte que hace un pacto con la vida para llevársela.
Sino el significado que a ésta le dieron.
Le tienen tanto miedo a morir,
que hacen cualquier cosa posible por vivir.
Pero, para ellos,
vivir es estar en compañía del rencor,
collar con cadenas,
una venda en los ojos,
y agujar en globos.
Para ellos eso es vivir para no morir.
Porque la muerte es liberación,
y ni ellos mismos saben
a cuál le temen más:
Si a la que te arrebata la respiración,
o a aquella que te da la oportunidad de ser tú mismo.
Pasando la mirada a la muerte,
esta no es tétrica,
ni tampoco agobiante.
Se puede llegar a ver hermosa
como una heroína
con un lugar lleno de villanos.
Que cuando cae de su vuelo,
por el impacto las cadenas se rompen.
La muerte permite que,
la vida y la muerte se encuentren,
y sean por fin ellas mismas,
sin ninguna cuerda atandolas,
ni barreras que impidan leer entre líneas.
Hay veces que la vida y la muerte no son tan amigas.
Eso sí, jamás enemigas como todos opinan.
Solo que la muerte,
a veces tan cegada en su sed de liberar,
arrulla en su manto
al que no debía.
Se pelea con la vida
porque se llevó a al que no debía,
a alguien que de verdad apreciaba la luz.
La muerte no tiene ojos,
pero sí olfato,
solo que un poco distorsionado.
Por lo que se desvía
y no va a la ubicación planeada,
sino que toca un milímetro al lado.
Y causa un accidente.
Y causa el dolor de la vida
porque hizo que otros le dejaran de ver sentido a ésta
ya que su fuente de amor,
ya no está físicamente cerca de ellos.
Como antes fue mencionado,
la libertad ha sido encarcelada.
Y es tan difícil hallarla,
que se puede estar frente a ella
y aun así se vuelve a encerrar.
Aunque eso sea lo que jamás se quería lograr.
Así de hipócrita es la intensión:
Se anhela tanto la liberación,
pero se le teme más que a cualquier otra cosa.
Porque no se es capaz de mirar de otra forma el reflejo en el espejo.
No importa que este sea el que siempre has visto:
Es la copia de la copia barata
de lo que en realidad es.
La libertad se encuentra con la vida infinidad de veces.
Cuando la muerte les abre el camino;
pero etéreamente.
El verdadero milagro ocurre cuando un físico se logra liberar.
Mas es uno en un millón.
Así que cuando ven a la libertad,
en carne y hueso,
en la gran mayoría de ocasiones la desean volver a esclavizar.
Empero le costó tanto salir de aquél lugar,
que sabe que no volverá ahí nunca más.
Ni siquiera a un lugar parecido,
porque la libertad y la vida,
en todo su resplandor,
juntas son capaces de crear un sol.
Dicen saber amar,
pero no quieren la felicidad de alguien ajeno a ellos
porque no es como la suya.
Dicen saber amar,
pero juzgan sin pensar.
Señalan sin ápice de empatía.
Dicen saber amar,
pero causan solamente dolor:
causan un dolor en los pulmones;
causan el desborde de ríos;
causan que el más fino de los cristales se rompa.
¿Qué clase de amor causa tanto sufrimiento?
Y solo son capaces de gritar,
porque ellos buscan su libertad.
No los dejan y los queman.
Aúllan hasta que su corazón revienta
y su alma se fragmenta.
Gritan porque saben amar tanto,
que les duele que no todos puedan ver el mundo
desde la perspectiva de la paz.
Y aquello afecta a cada rincón,
incluso al más minúsculo:
Los aleja de su verdadero propósito,
el propósito de encontrar la autenticidad
De su propio espíritu.
Creando así el verdadero valor de la vida.
Amar, sin cadenas, ni señales, ni explicaciones, ni construcciones sociales.
Solo liberarse a tal punto,
de cómo una pluma,
tan liviano llegar a ser.


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