¿Una imagen vale más que 20.000 pruebas de covid-19?
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- 30 jun 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 3 jul 2020
Por: Santiago Herrera Benítez.
La actual emergencia sanitaria, causada por el coronavirus, nos ha recordado nuestro destino: la muerte, y nos ha hecho cuestionarnos sobre aquellos preceptos renacentistas del antropocentrismo, pues nuestra supuesta importancia y superioridad se ha visto doblegada por un ser ni siquiera vivo. La pandemia ha obligado a la humanidad a reflexionar sobre la forma en la que se relaciona con el mundo y la verdadera necesidad de la colectividad. Entre los urgentes cuestionamientos que en algún punto nos hemos planteado, deberíamos incluir la gestión de los mandatarios frente a esta crisis; en el caso colombiano, urge analizar la destinación de los recursos económicos durante esta pandemia.
Al analizar algunos contratos, resulta ilógico dimensionar los más de 9.700 millones de pesos gastados por la Policía Nacional de Colombia, bajo la orden de la Presidencia, en tres contratos, innecesarios frente a las urgencias del momento, destinados a la compra, en plena pandemia, de 23 camionetas blindadas por un total de $9.741.618.000.00 (Revista Semana, 2020). La justificación es casi tan escandalosa como la cifra: “se requieren vehículos para la protección presidencial”. Este resulta, evidentemente, un argumento que carece de validez, pues la actual caravana presidencial está en un buen estado para continuar “protegiendo al presidente”. Y, en cualquiera de los casos, el señor Iván Duque no se dirige a un frente de guerra.
Sin embargo, la polémica no termina ahí. Un estudio publicado por la revista Semana (2020) muestra que el gobierno destinó cerca de 5.000 millones de pesos para el posicionamiento en redes sociales de la gestión del presidente Duque. De este gasto surgen tres grandes inquietudes sobre el correcto y legítimo manejo de estos recursos, más aún en los tiempos actuales, cuando nos enfrentamos a una crisis financiera, una alta tasa de desempleo, la informalidad, el cierre de fronteras, la disminución en la oferta y la demanda, el cierre de muchas industrias, entre otros factores, que profundizan el deterioro social y económico de la población, cuyas repercusiones podrían ser irreversibles a corto plazo. La primera de las inquietudes surge de la necesidad del Gobierno de mostrar, con tan impresionante persistencia, los resultados de la gestión, aunque, a mi modo de ver, una buena gestión no necesita propaganda ni una comprobación detallada: cuando las medidas y las acciones son las correctas, los resultados son evidentes para todos. La segunda radica en la proveniencia de estos recursos, el Fondo Paz. Es indudable la falta de apoyo del Ejecutivo a lo pactado en La Habana, pero destinar los recursos con los que se pudo conseguir un acercamiento a la tan anhelada paz, en millonarios contratos con empresas como Du Brands S.A.S, que han apoyado campañas de los partidarios políticos del actual presidente, solo busca defender la imagen de un gobierno que no sabe a qué más recurrir para subir su aprobación. Por último, el tercer interrogante surge de los datos que brinda la misma publicación sobre lo que se pudo haber comprado con este dinero; en la lista aparecen: 58 respiradores, 7.142 camas hospitalarias, 20.000 pruebas de COVID-19, 55.555 mercados y 119.047 trajes de bioseguridad. Ahora, cada una de estas cantidades casi que se triplicaría si los cerca de 15.000 millones, entre camionetas y posicionamiento, se hubieran destinado para dichos artículos. Aseguro, sin duda alguna, que haber utilizado ese dinero en la lista mencionada, le traería al presidente una mejor imagen que cualquier red social o programa diario le pudiera brindar.


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